Para mí ha sido una historia desde un principio desconcertante en cuanto a contenido se refiere. Sin embargo, a medida que he profundizado en los pequeños detalles he descubierto interesantes pinceladas psicológicas. Por tanto, Blow up es para mí la descripción de los rincones cerebrales de un artista.
La película hace reflexionar sobre la dureza de la vida del artista que vive de lo que le gusta hacer. En este caso es una persona que vive de y para la fotografía, siempre acompañado por la cámara, que busca a todas horas aquello digno de ser capturado, aquello especial que sólo él es capaz de ver, aquello que él tiene la misión de mostrar al resto del mundo. En mi opinión, el fotógrafo mantiene una vida exenta de emociones y sentimiento de cariño o amor, y es por ese motivo por el que los está buscando en personas anónimas.
¿Por qué él no cuenta con esa clase de sentimientos en su vida? Porque se rodea de ambientes y personas que debido a sus ajetreadas vidas o al abuso de estupefacientes, no son capaces de darle lo que el protagonita necesita, lo que desea de su vecina: afecto sincero. Por ejemplo, en el juego que mantiene con las modelos en su estudio yo veo que lo único que pretende el fotógrafo es urgar en ellas para ver si guardan en su fondo ese sentimiento anhelado, pero al descubrirlas vacías, se despreocupa de ellas y se centra en todo lo contrario: la muerte reflejada en su fotografía, es decir, los sentimientos vistos desde el punto de vista frío de la impasibilidad (un muerto no padece los sentimientos, simplemente no los conoce). Esta nueva perspectiva provoca un gran caos en su vida y en la búsqueda fotográfica.
La mente del artista mantiene una relación muy estrecha con su corazón, y es éste el que le lleva por caminos más o menos tortuosos en búsca de lo que quiere para sí. Quizá, cuando el protagonista ve al cadáver, quisiera estar en su misma situación para no seguir pataleando en una vida en la que realmente no disfruta de lo más bello: el amor.